Emprender en solitario

A pesar de ser una tarea difícil, el emprendimiento personal puede llegar a buen puerto, sin embargo se debe estar doblemente atento durante el proceso de la gestación del negocio. Acá, algunas ideas clave para que te atrevas a tomar la decisión.

¿Estoy preparado? Una de las primeras inquietudes que suele aparecer en la mente de los nuevos emprendedores es la de si están preparados para dirigir una empresa. Y es que vivir de una actividad empresarial es una carrera de fondo. Los que terminan ganando no son siempre los que parten en primer lugar en los primeros metros del recorrido. Aquí, como en el deporte profesional, la confianza en uno mismo, la tenacidad y la capacidad de sufrimiento son los factores que empujan a llegar a la meta. Ahora bien, en igualdad de condiciones, son los que se preparan a conciencia y saben ejecutar mejor las técnicas quienes tienen más posibilidades de acabar entre los primeros.

Emprender paso a paso. Caminos que siguen una secuencia lógica, partiendo de unas etapas iniciales, analizando la capacidad emprendedora y la viabilidad de la idea de negocio, para acometer las fases más complejas (los cálculos financieros, elegir la fórmula jurídica de la empresa, las diferentes fuentes de financiación a las que puede recurrirse, etc.), hasta llegar a la formación de la empresa.

Un proceso, además, en el que se tienen en cuenta no sólo las cuestiones formales –como la elaboración del plan de negocio, los trámites necesarios, etc.– sino otros aspectos que son igual de importantes, como desarrollar contactos profesionales, buscar opciones rentables a la hora de radicar el negocio, compatibilizar la vida privada con el emprendimiento, entre otros.

Siempre con un plan. Todo futuro negocio, independientemente de la dimensión que tenga, debería basarse en un plan de empresa o “business plan”, ya que es la única forma de ver si verdaderamente es viable.

El plan de negocio te ayudará además a mejorar tu idea, ya que hará que te enfrentes a la realidad: las ventas, los gastos, las inversiones. Asimismo, te hará cambiar algunos aspectos que hasta que no se analizan sobre el papel no se ven claramente. Ahora bien, un plan de negocio no es una garantía ilimitada contra el fracaso, pero sí aumenta las posibilidades de no errar ante la primera adversidad. Además, es imprescindible si pretendes conseguir financiación ajena para tu proyecto.

Qué, quién, dónde, cómo y cuánto. Son las preguntas básicas que debe responder un plan de negocio. Es decir, más concretamente, debe describir la idea; presentar a la persona que va a ponerla en marcha; analizar el entorno en el que va a operar; explicar el plan previsto para lanzarla al mercado; y analizar los costes que suponen y los beneficios esperados.

Cometerás fallos, seguramente, pero debes plasmar tu visión personal del proyecto. Luego, lo más aconsejable, es optar por que lo analice y te asesore un experto en temas de creación de empresa (de entre las múltiples instituciones que ofrecen ayuda) o del sector de actividad al que te vas a dirigir.

Además, para no errar en las previsiones económicas del plan hay que informarse a fondo de lo que puede suponer cualquier gasto, comisión, tipo de interés, plazos, etc., a pesar de que parezca poco significativo. Las cifras que debe contener el plan económico-financiero han de ser fiables. No vale con presupuestar por encima el costo de una campaña de publicidad, puesto que debes informarte de cuánto te cobraría una empresa especializada si lo realizaras de verdad, incluso, atreverte a pedir un presupuesto.

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